El bebé debe aprender a mamar o succionar correctamente, ya que la lengua y la boca estimulan el pezón para mandar el mensaje al cerebro de que el niño o niña quiere leche materna.
El cerebro responde y ordena la producción de una sustancia llamada prolactina, la cual hace que la leche se comience a formar en los alvéolos del pecho. Por lo tanto, entre más succión ejerce el niño o niña más leche produce la madre, por el contrario, si el bebé no succiona adecuadamente, la madre no recibe el estímulo adecuado y no produce suficiente leche.
Es fundamental que las mamás coloquen correctamente a sus bebés y que practiquen posiciones cómodas durante el amamantamiento, con el fin de asegurar una secreción de leche materna suficiente y, por lo tanto, una lactancia materna exitosa.
Si se logra una posición exitosa, se promueve que el bebé reciba los 150 compuestos (vitaminas, minerales, proteínas, entre otros) de la leche materna necesarios para su crecimiento y desarrollo, a diferencia de los menos de 50 compuestos encontrados en las fórmulas infantiles.